Sin duda que el asunto político y jurídico más importante en lo que va de la actual administración es la aprobación unánime en el Senado de la reforma constitucional que crea la Guardia Nacional, como el eje central de la nueva estrategia del gobierno del Presidente AMLO para enfrentar los dos grandes fenómenos que constituyen los reclamos más sentidos de la sociedad mexicana: inseguridad y violencia.
Con esta solución que se gestó en la Cámara baja, ganamos todos. Ganaron las fuerzas armadas, porque obtuvieron, sobradamente, el marco jurídico que pedían desde hace varios años para seguir actuando con certeza en tareas de seguridad pública. Ganaron los senadores, que demostraron que se puede privilegiar el dialogo, la tolerancia y la razón para alcanzar acuerdos a la hora de legislar en beneficio de las mayorías y gano el Presidente de la República, porque, aunque acotado en su pretensión original, el Congreso de la Unión le dio la Guardia Nacional con la que pretende combatir este cáncer nacional.
Sobre todo, ganaron los ciudadanos, porque los senadores tomaron en cuenta la mayoría de los planteamientos de los colectivos, particularmente en cuanto al mando civil de la Guardia en lugar del militar, y porque sus acciones podrán ser vigiladas para que se respeten derechos humanos. Esta nueva estructura policiaco-militar, representa una gran esperanza para toda la sociedad mexicana, que en el corto y mediano plazo, espera se alcance el México seguro y en paz que necesitamos.
Quizá la parte más relevante de esta histórica votación de 127 senadores a favor, 0 en contra y 0 abstenciones, fue el cambio de la minuta original de los Diputados, dejando atrás el mando militar para adoptar uno civil y el hecho de que se respetarán las opiniones de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en las intervenciones que en el futuro tengan las fuerzas armadas en tareas de seguridad pública. Esta positiva actitud permeo para que, una semana después, la Cámara dxe Diputados aceptara el cambio de la minuta con mando militar, originalmente aprobada por ellos y también casi en forma unánime -solo un voto en contra-.
En resumen, los puntos más relevantes de esta nueva estrategia, además de que la Guardia tendrá un mando civil, el de la nueva Secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana, y que su actuación se ajustara a los compromisos internacionales suscritos por el Estado mexicano en esta materia, se fortalecerá a las policías estatales y municipales. Además, los integrantes de la Guardia Nacional, por ser una institución policial civil, se sujetaran a la reglas y al fuero civil, fijándose un plazo de cinco años para que las fuerzas armadas dejen de participar en tareas de seguridad pública y regresen a sus cuarteles.
Esperemos que este ambiente de cordura, de apertura y de transparencia, siga imperando en el Senado y en la Cámara de Diputados, en el momento de pasar a la parte más delicada y compleja de las reformas constitucionales, como lo es aterrizar en la legislación secundaria él ¿cómo? y el ¿cuándo? y que se les siga permitiendo participar ampliamente a las organizaciones de la sociedad civil en este proceso.
Por lo pronto ya inicio con el Congreso de Guerrero el proceso fast track de aprobación de esta reforma por parte de los congresos locales y todos esperamos que antes de que termine 2019, tendremos una flamante Guardia Nacional, operando y combatiendo a la delincuencia organizada con eficacia y efectividad en todo el país.