Desde hace unos años, el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) ha sido objeto de múltiples adecuaciones, cambios, remodelaciones e incluso, de la incorporación de una Terminal 2 en el año 2007. Con la inminente construcción del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México (NAICM), el AICM se dejó en el olvido, destinando recursos al nuevo proyecto.
Con la decisión del presidente Andrés Manuel López Obrador sobre la cancelación del proyecto del nuevo aeropuerto para dar paso al Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), lo esperado era que se destinaran recursos al mantenimiento del AICM (incluso existen rumores sobre una Terminal 3), sin embargo, ello no ocurrió e incluso, se han viralizado en redes sociales videos e imágenes donde se permite ver el deterioro estructural y operativo que ha sufrido el AICM, sin que hasta la fecha, las autoridades hagan algo al respecto.
A pesar de lo que muchos pudieran pensar, el impacto económico que tuvo la cancelación del NAICM no fue lo más grave de dicho acontecimiento, pues la necedad del presidente ha llegado a niveles inimaginables, donde el uso de mecanismos legales para lograr que su obra sea de utilidad ha repercutido en millones de usuarios del servicio de aerotransporte, así como en las aerolíneas que se han debido alinear ante los caprichos del mandatario.
En los pocos meses de operación, se ha evidenciado que el AIFA no cuenta con la capacidad de ser un desfogue efectivo de operaciones del AICM, iniciando por su ubicación y pocos canales de llegada al mismo. Aunado a esto, los vuelos que salen de esta terminal no superan ni siquiera el 40% de ocupación de los aviones, lo que supone pérdidas para las aerolíneas que buscan evitar el conflicto, pero resienten en sus bolsillos la operación en un aeropuerto con pocos usuarios.
Por si lo anterior no resultara suficientemente gravoso, el Gobierno Federal anunció la publicación de un decreto para reducir a 50 el número de operaciones en el AICM cada hora. Los vuelos restantes que eran operados durante ese periodo (alrededor de 11) serán operados desde el AIFA con la finalidad de quitarle saturación al AICM.
Se habla de que el objetivo es reducir la saturación en el espacio aéreo, sin embargo, todo apunta a que el verdadero objetivo es impulsar y promover el uso del AIFA. Con esto, es válido preguntarse si realmente estamos ante una saturación natural, o si (curiosamente) ésta vino como consecuencia de la inauguración del AIFA y ha sido ocasionada de manera intencional, con el fin de promover el uso de un capricho más de este gobierno.
Además de lo anterior, se ha hablado de un plan de incentivos (como descuento en combustibles o beneficios fiscales) para motivar a las aerolíneas a utilizar el nuevo aeropuerto. A pesar de hablar de algo voluntario, pareciera que a las aerolíneas no les quedaría de otra, pues conocen bien el juego político y saben que deben participar porque al final dependen de ellos para sus operaciones.
El decreto en comento no garantiza el éxito del AIFA, pues eventualmente, si no existe la demanda suficiente de pasajeros, las aerolíneas podrían decidir poner esas operaciones en otros aeropuertos, lo que es muy probable que suceda puesto que dicha base militar forzada a ser aeropuerto no tiene un ecosistema bien desarrollado en términos de planeación, y debido a la celeridad con la que éste fue inaugurado, aún no se tiene y no se encuentra una manera de resolverse en el largo plazo, para que sea indistinto para el usuario llegar al Benito Juárez o al Felipe Ángeles.
Es importante destacar que es probable que puedan “someter a aerolíneas nacionales”, como ha sido el caso de Aeromar y Magnicharters, a las cuales buscan migrar al AIFA derivado de adeudos aeroportuarios, combustibles, pagos de derechos y demás, sin embargo, es difícil que sigan la misma suerte aerolíneas internacionales, lo que presenta un problema económico para el país
Las marchas forzadas con las que se inauguró este “aeropuerto” supone un peligro para la seguridad. El Gobierno en turno está tomando decisiones y haciendo uso de todo mecanismo legal a su alcance para cubrir intereses particulares; siendo que éstas resultan peligrosas y graves para el futuro del país en muchos aspectos y será la historia la encargada de juzgar las acciones, pero todo apunta a un desenlace catastrófico.
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